5 ago 2012

God bless the broken road

'every long lost dream, lead me to where you are where I am,
others who broke my heart, they were like northern stars
pointing me on my way into your loving arms,
this much I know is true...
God bless the broken road that lead me straight to you here.'

Hace poco y hace mucho también, alguien me preguntó por qué ya no escribía… un poco es por falta de inspiración y un mucho es por falta de tiempo. Hoy más que nunca el tiempo es un gran lujo. Ricardo Legorreta decía que “el verdadero lujo es el espacio” y yo no difiero; sin embargo también creo que el verdadero lujo es el tiempo. El tiempo para hacer lo que nos gusta y nos hace felices, el tiempo para comer, para descansar, para trabajar y para pasar con las personas que queremos.

He tenido problemas “hace tiempo” para encontrar el tiempo que me permita hacer muchas cosas, escribir es solo una de ellas. Evidentemente, estudiar una maestría de arquitectura en Europa, con las posibilidades infinitas que el tener una beca ofrece, no me dejó mucho tiempo el año pasado para hacerlo. Y hasta ahora, esta situación no ha cambiado mucho.

Hoy me siento muy feliz y muy agradecida por todas mis caídas. Por todos los momentos en que he estado en un punto muy bajo de mi vida profesional. Las cosas no siempre salen como uno quiere o planea, pero creo firmemente en que todo pasa por algo.

Mi plan siempre fue mudarme al DF y entrar a trabajar en un gran despacho… A la semana de que regresé, conseguí trabajo en un despacho. Muchas cosas pasaron por mi cabeza a la hora de tomar la decisión de mudarme a otra ciudad después de haber estado fuera de casa un año. Ninguna lo suficientemente fuerte para hacerme cambiar de idea porque ese era “el plan”, así que lo hice. Mi trabajo me dio la satisfacción de mantenerme por mi misma y me permitió hacer otras cosas que me dieron la felicidad que mi trabajo no me estaba dando.

Decidí buscar lo que creí que quería, y digo “creí” porque la realidad es que no lo tenía del todo claro. Después de pensarlo mucho, me di cuenta de que conseguir lo que supuestamente quería, implicaba renunciar a esas otras cosas que me hacían feliz. 

Entonces pensé  “un trabajo que te haga feliz, no uno que pague la renta”. Dicen que cuando uno  hace lo que le gusta, no trabajará un día de su vida. Hoy puedo presumir de tener no uno, dos trabajos que AMO, que me llenan y me hacen verdaderamente feliz; en los que aprendo algo nuevo cada día y me hacen crecer como persona, además de profesionalmente.

Gracias a todos los despachos que me cerraron las puertas: a los que no se molestaron en contestar mis correos, a los que no pudieron ver más allá de las imágenes impresas en papel,  que no se dieron la oportunidad de conocer a la persona que hubiera dado todo por ser parte de su equipo. Cada puerta cerrada me guió en una dirección diferente y me llevó a donde estoy ahora.

A veces, en la persecución de un sueño nos perdemos y encontramos uno mejor, y eso me ocurrió a mí. Gracias a las personas que creyeron en mí y me dieron la oportunidad de ser parte de sus proyectos. Hoy, no tengo el lujo del tiempo para escribir o para dormir tanto como quisiera, pero no me importa, porque aunque estoy ocupada de 8 a 8, nunca tengo que ir a trabajar.