31 dic 2014

Everybody's Changing / Change

'So little time
Try to understand that I'm
Trying to make a move just to stay in the game
I try to stay awake and remember my name
But everybody's changing
And I don't feel the same...'

Desde hace días aparece en Facebook un post "escondido", un "resumen" de tu año (de acuerdo a Facebook), supongo basado en las fotos que subiste durante el año. Ví el mío por curiosidad y me di cuenta de que no subí álbumes de fotos a Facebook en todo el año... y no porque no tomara fotos precisamente... ¿por qué? no estoy segura.

En los comentarios que anteceden los posts de muchos de mis contactos, la mayoría agradece a la todas las personas que formaron parte de su _____________ (inserta la palabra positiva más adecuada: maravilloso, increíble, etc.) año y esto, me causa gracia.

Porque para mí no fue un gran año, no fue maravilloso, ni increíble. Fue un año de cambios. Comenzando con mi cambio de look a principios de enero y cerrando el año con mi cambio de residencia a otra ciudad, a otro estado. Pasando en el medio por un cambio de puesto en el trabajo, un par de noches en el hospital, muchas eternas citas con el dentista y una pérdida de empleo. 


Así que, comparado con previos años, este no fue un año maravilloso, ni increíble. Fue un año lleno de retos, de pruebas, de lucha. De pelear con mi fleco para que luciera como el día que me cortaron el cabello. De pelear por conservar el trabajo que tenía, que me gustaba, para el que era buena. De pelear contra mi lado negativo (a veces es muy fuerte) y tratar de convencerme de que mi nuevo trabajo también estaba bueno (lo odiaba).

Fue un año de hacer sacrificios, primero, porque ya no tenía una fuente de ingreso extra (dejé de dar clases en la universidad), después porque ya no tenía una fuente de ingresos del todo (porque me quedé sin trabajo). Fue el año en que por primera vez en mi vida, estuve hospitalizada y por primera vez en muchos años, visité a un dentista (y a naaaadie le gusta ir al dentista... que yo sepa).



Después de todo lo anterior, por un momento, parecía que mi vida iba a cambiar dramáticamente profesionalmente para bien. Pero este fue el año en que no conseguí el trabajo de mis sueños, en la ciudad de mis sueños. Fue el año en que dejé el DF. Fue un año de muchas emociones negativas: tristeza, frustración, desesperación, desesperanza, desilusión. 



Pero como en toda historia siempre hay un rayo de luz... la mía no es la excepción. También fue un año de lecciones, de aprendizaje. Fue el año en que conocí a mi ídolo (Juhani Pallasmaa). El año en que por primera vez en casi dos años, tuve libres todos mis fines de semana para pasear con A, mis visitas o simplemente relajarme.  El año en que volví a escribir y en que mis dos libros del año anterior (libros en los que colaboré/coordiné) ganaron premios. El año en que fui considerada finalista para el trabajo de mis sueños en la ciudad de mis sueños, en que tomé un riesgo.





Un año en que por al menos 100 días seguidos, fui feliz*; en el que hice muchos nuevos amigos y tomé más selfies grupales que nunca en mi vida; en el que tuve suficiente tiempo libre como para estar en Veracruz y pasar más de un fin de semana a la vez con mi familia; en el que tuve suficiente tiempo para disfrutar de mis ahorros y regalarnos a mi mamá y a mí un viaje. El año en que se casó Marro y se comprometieron Roxy y Cristy. El año en que mi familia completa me visitó (por separado) en México, en que después de 5 años, volví a ver a Indhi. El año que conocí a Franco (el hijo de Aly).



Este fue el año que compré un refrigerador, un microondas, una nueva laptop. Un sofá y un tapete (que costó lo mismo que un sofá), un colchón para el cuarto de visitas. El año que compré un tapete para la entrada de mi casa. El año que me mudé a una casa que no es aquella donde crecí. El año en que, después de 4 años y 4 meses de llevar una relación de larga distancia, me mudé a la misma ciudad que A, con él.


El 2014 no fue un año maravilloso, ni increíble, definitivamente no el mejor de mi vida, y me alegro de que esté llegando a su fin. Espero con ansias el 2015, comenzar a trabajar en un lugar increíble, cuidar mejor de mi salud, estar más cerca de casa, visitar ocasionalmente el DF, encontrar nuevos sueños y trabajar duro por alcanzarlos. Los 30 (y la crisis que seguro sufriré y distraeré con un viaje). Y sobre todas las cosas, pasar todos mis fines de semana (y todas mis semanas) con A.

'Because these things will change
Can you feel it now?
These walls that they put up to hold us back will fall down
This revolution, the time will come
For us to finally win...'


Deseándoles un excelente 2015,
G

*Este año hice el reto de Instagram #100happydays. Pueden ver mis 100 fotos con el #100happydaysofgray o leer el resumen en un post de este blog.

29 dic 2014

A New Reality

'Remember when you dreamed
To see the way you wanted to be
Remember when you dreamed
To see the way you wanted to be...'


Una vez escribí que en México me faltaba encontrar un lugar a donde ir a buscar una rebanada de pastel a media tarde, un vestido para una fiesta, o un esquite con cacahuates japoneses. La verdad es que no encontré esos lugares, pero descubrí los lattes y croissants rellenos de chocolate de Manduca, los macaroons de La Balance y las pizzas del Perro Negro, entre muchas otras cosas más…

Ahora que vivo en Puebla (donde aparentemente no existen los macarrons, sino los macarrones en la sección de pastas de la zona gourmet de Liverpool), tendré que encontrar nuevos tesoros gastronómicos, mercados de pulgas y cafés que no sean mainstream (mientras tanto me conformaré con Starbucks, sólo porque es temporada de Pumpkin Spice Latte). Es decir, tendré que adaptarme a mi nueva vida en una nueva ciudad.

Cuando estaba en la prepa era mi sueño vivir en Puebla y estudiar en el hermoso campus de la Universidad de las Américas. Eso fue antes de pensar en una maestría o de querer trabajar con un arquistar en México, y mucho antes de meterme a trabajar en un medio de comunicación de arquitectura. Tal vez si hubiera cumplido ese sueño, no hubiera vivido todo lo que he vivido, tal vez nunca me habría ido de Puebla… y ahora, aquí estoy.

Es difícil cambiarse de casa, pero cambiarse de ciudad lo es más. Dejas atrás muchas cosas con las que has vivido por cierto tiempo y que naturalmente vas a extrañar. Te acostumbras a un estilo de vida, a “tus rumbos”, a no tener que agarrar un camión por una hora para ir a trabajar. Te acostumbras a las personas, tus compañeros de trabajo (los extraño), uno que otro amigo,  o hasta al saludo nocturno de los veladores del edificio de frente a tu casa; y cuando te encuentras en un sitio nuevo donde conoces a 3 personas (a las que por supuesto nunca ves porque tienen vidas y trabajos), no sabes cómo llegar a ningún sitio o dónde pedir trabajo, es normal sentirse frustrado (o eso me digo a mí misma).

Afortunadamente, todo en la vida tiene remedio y la mayoría de las veces, ese “remedio” es “cuestión de tiempo”. Me refiero a que toma tiempo adaptarse. A nadie le gustan los cambios (¿cambio de horario, alguien?), nos gusta la comodidad, la costumbre, somos criaturas de hábitos (¿o hablo por mí?). Pero a veces los cambios son buenos (¿makeover? Sí, por favor). El cambio es novedad… nuevas personas, nuevos sitios… nuevas oportunidades.

Por ahora me entusiasma la idea de estar entre mi hogar de la infancia y mi hogar de ensueño. Me entusiasma la idea de vivir en la misma ciudad que A, de tener un nuevo hogar juntos (el cuarto) y de descubrir los sitios escondidos del centro, los restaurantes de la Juárez y los tesoros del Parián y los Sapos.