2 ago 2013

Experience

'Experience, is only what you make it,
 You live forever but you never know...'

Como algunos saben, desde agosto del año pasado doy clases en la licenciatura de arquitectura en una universidad en Cuernavaca. Desde que hice la maestría, dar clases era una idea que me atraía, aunque nunca creí que fuera a ocurrir tan rápido y repentinamente para mí.

Por abril-mayo del 2012 un amigo que trabajaba en dicha universidad me preguntó si en algún momento me gustaría dar clases, a lo que respondí que sí. Pasaron varios meses y no tuve más noticias del asunto. Un día, de la nada, me envió un mensaje preguntando si todavía me interesaba porque tenían una vacante; me comunicó con quien debía hablar y al otro día iba en camino a las 7 de la mañana a Cuernavaca para entrevistarme con el director de carrera y el del departamento. El resto es historia.

Dicen que las cosas buenas toman tiempo, pero las cosas realmente grandiosas ocurren en un parpadeo, y así fue esto para mí. Fue complicado el proceso por tratarse de tal institución, y en su momento me cuestioné si valía la pena todo: los desvelos, las desmañanadas, los gastos, los procesos burocráticos… Una año más tarde puedo decir con convicción que sí. En primer lugar, porque finalmente obtuve mi título de maestría, que allí me solicitaban y no había recibido; en segundo, porque dar clases te obliga a estar “updated” y es enriquecedor, además de que aprendes muchísimo en el proceso; en tercer lugar, porque poco a poco van surgiendo mejores oportunidades, sin mencionar que tener tal chamba en el CV, no pasa desapercibida.

Siempre pensé que mi primer trabajo como profesora sería en la universidad donde estudié en Veracruz. Mi entonces director de carrera me había ofrecido incorporarme con ellos al término de mi maestría, lo que no ocurrió por cambios de departamento. Ayer por la mañana recibí un correo de la bolsa de trabajo de mi universidad, donde solicitaban un profesor para dar una materia, la primera que dí en Cuernavaca, a nivel bachillerato. No pude evitar responder al correo cuando leí los requisitos para el puesto: Hombre y con dos años de experiencia docente.

Si bien es cierto que hay más arquitectos hombres que mujeres, ¿por qué limitar el campo de trabajo para las que habemos? Por otro lado, pedir dos años de experiencia docente lo entiendo, pero si todo el mundo pidiera experiencia de docente para contratar, ¿cómo empezaríamos a adquirir esa experiencia? Si me la hubieran pedido, no me habrían contratado porque no la tenía. Y ahora, mi universidad no me puede dar trabajo porque apenas tengo un año dando clases… Sin embargo, a diferencia de la universidad donde sí doy clases, en ésta no piden como requisito que el profesor tenga una maestría. Entonces ¿qué es más importante?

¿Experiencia o maestría? Si yo no hubiera hecho una maestría, no me habrían contratado en Cuernavaca, aunque tuviera cinco años dando clases. Aunque tengo maestría, no me contratarían en Veracruz, porque no tengo experiencia. Es algo demasiado arbitrario y que personalmente veo mal. Siempre dicen que los jóvenes son el futuro, que hay que darles oportunidades, y entonces pasan cosas como ésta.

Un arquitecto puede tener toda la experiencia del mundo y saber muchísimo, pero esto no implica necesariamente que pueda ser un buen maestro. Un arquitecto puede tener maestría y tampoco por eso es automáticamente alguien que sabe más o alguien que puede enseñar. A veces sólo hay que ser más abiertos de mente y tener un poco de fé en las personas. Nunca sabemos quién nos puede sorprender, y después de todo, para eso están las evaluaciones de los alumnos.





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