'Experience, is only what you make it,
You live forever but you never know...'
You live forever but you never know...'
Como algunos saben, desde agosto del año pasado doy clases en la licenciatura de arquitectura en una universidad en Cuernavaca. Desde que hice la maestría, dar clases era una idea que me atraía, aunque nunca creí que fuera a ocurrir tan rápido y repentinamente para mí.
Por abril-mayo del 2012 un amigo que trabajaba en dicha
universidad me preguntó si en algún momento me gustaría dar clases, a lo que
respondí que sí. Pasaron varios meses y no tuve más noticias del asunto. Un día,
de la nada, me envió un mensaje preguntando si todavía me interesaba porque
tenían una vacante; me comunicó con quien debía hablar y al otro día iba en
camino a las 7 de la mañana a Cuernavaca para entrevistarme con el director de
carrera y el del departamento. El resto es historia.
Dicen que las cosas buenas toman tiempo, pero las cosas
realmente grandiosas ocurren en un parpadeo, y así fue esto para mí. Fue
complicado el proceso por tratarse de tal institución, y en su momento me
cuestioné si valía la pena todo: los desvelos, las desmañanadas, los gastos,
los procesos burocráticos… Una año más tarde puedo decir con convicción que sí.
En primer lugar, porque finalmente obtuve mi título de maestría, que allí me
solicitaban y no había recibido; en segundo, porque dar clases te obliga a
estar “updated” y es enriquecedor, además de que aprendes muchísimo en el
proceso; en tercer lugar, porque poco a poco van surgiendo mejores
oportunidades, sin mencionar que tener tal chamba en el CV, no pasa
desapercibida.
Siempre pensé que mi primer trabajo como profesora sería en
la universidad donde estudié en Veracruz. Mi entonces director de carrera me
había ofrecido incorporarme con ellos al término de mi maestría, lo que no
ocurrió por cambios de departamento. Ayer por la mañana recibí un correo de la
bolsa de trabajo de mi universidad, donde solicitaban un profesor para dar una
materia, la primera que dí en Cuernavaca, a nivel bachillerato. No pude evitar
responder al correo cuando leí los requisitos para el puesto: Hombre y con dos
años de experiencia docente.
Si bien es cierto que hay más arquitectos hombres que
mujeres, ¿por qué limitar el campo de trabajo para las que habemos? Por otro
lado, pedir dos años de experiencia docente lo entiendo, pero si todo el mundo
pidiera experiencia de docente para contratar, ¿cómo empezaríamos a adquirir
esa experiencia? Si me la hubieran pedido, no me habrían contratado porque no
la tenía. Y ahora, mi universidad no me puede dar trabajo porque apenas tengo
un año dando clases… Sin embargo, a diferencia de la universidad donde sí doy
clases, en ésta no piden como requisito que el profesor tenga una maestría.
Entonces ¿qué es más importante?
¿Experiencia o maestría? Si yo no hubiera hecho una
maestría, no me habrían contratado en Cuernavaca, aunque tuviera cinco años
dando clases. Aunque tengo maestría, no me contratarían en Veracruz, porque no
tengo experiencia. Es algo demasiado arbitrario y que personalmente veo mal.
Siempre dicen que los jóvenes son el futuro, que hay que darles oportunidades,
y entonces pasan cosas como ésta.
Un arquitecto puede tener toda la experiencia del mundo y
saber muchísimo, pero esto no implica necesariamente que pueda ser un buen
maestro. Un arquitecto puede tener maestría y tampoco por eso es
automáticamente alguien que sabe más o alguien que puede enseñar. A veces sólo
hay que ser más abiertos de mente y tener un poco de fé en las personas. Nunca
sabemos quién nos puede sorprender, y después de todo, para eso están las
evaluaciones de los alumnos.
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